UN HOMBRE QUE LLORA

Adam, hombre de alrededor de sesenta años, es un antiguo campeón de natación y trabaja como profesor en la piscina de un hotel de lujo en Yamena, capital de Chad. Cuando unos empresarios chinos adquieren el hotel, el protagonista se ve obligado a dejar su puesto. La película debe leerse como una metáfora de África, y un país asolado por una dura guerra civil que ha hundido a la economía y sumido a la población en una depresión profunda.