Coco acaba de mudarse a su nueva casa con Pipi, su esposa embarazada de siete meses, cuando su edificio es puesto bajo cuarentena por la aparición de un virus mortal. Rápidamente el aislamiento trae aparejados problemas básicos, como la escasez de víveres, que ponen en riesgo la subsistencia de los vecinos, quienes se convierten en enemigos inesperados, tejiendo alianzas y urdiendo conspiraciones.
Coco se ve obligado a una alianza con su vecino Horacio, inestable y paranoico, pero muy bien preparado y pertrechado, para defender el contenido de su refrigerador y mantener a Pipi a salvo. Mientras tanto, fuera del edificio, el mundo tal cual lo conocíamos llega a su fin. Con razón nadie respondía cuando llamaban al 833